Cuando Evo Morales se convirtió en el primer presidente indígena de Bolivia en el 2005 muchas eran las esperanzas y los deseos de cambios significativos, y los hubo. Se reconoció a los pueblos indígenas, se hicieron cambios importantes en la constitución en pro de la inclusión y la democracia y nos convertimos en un estado plurinacional. Un estado que se reconocía diverso en el respeto de sus culturas, territorios y recursos. Casi catorce años después aquella hermosa narrativa se fue difuminando hasta perderse. Después de un intento de fraude electoral, la renuncia del entonces presidente y la sucesión constitucional de una nueva presidenta transitoria, el país se encuentra sumergido en una crisis conceptual, política, social y violentamente polarizada. Por las calles se escucha y se siente mucho odio y miedo. Y es aquí donde nos encontramos nosotras, como colectiva de mujeres y fotógrafas con un firme sentir y una fuerte postura ante esta situación: Rechazamos la polarización a la que nos vemos [email protected] a ser parte, nosotras creemos en la posibilidad de nuevas miradas y entendimientos no binarios. Rechazamos firmemente la violencia en todos los sentidos y el racismo que aflora entre [email protected] Y no aceptamos ser parte de la puesta en escena mediática a la que se han prestado consciente o inconscientemente muchos colegas y medios de comunicación donde se utiliza a gente que, en su mayoría son mujeres, jóvenes, niños y muertos, como símbolos de un relato que representa más a intereses mezquinos y políticos que a los bolivianos. Es por eso que nosotras como colectiva de mujeres y fotógrafas vamos a defender, luchar y construir, desde nuestras prácticas fotográficas, el encuentro, reconocimiento y el respeto entre [email protected]